Me llamo Emma Rico, tengo 29 años y además de trabajar como psicóloga online, soy la creadora de Levea Psicología.
Como mucha gente introvertida nacida en los 90, crecí inmersa en el boom de internet. Me volví una aficionada a la tecnología, los videojuegos y a la cultura pop, llegando a pensar que ese interés podría trasladarse al desarrollo de un plan profesional.
En el momento de elegir carrera me decanté por la informática, lo cual resultó ser un grave error: no es siempre buena idea convertir tus aficiones en tus aspiraciones profesionales. Dejé la carrera y pasé un tiempo pensando qué podría estudiar. Hablando con algunas personas de mi entorno sobre trastornos del sueño se me ocurrió que la psicología siempre había sido un tema que me interesaba. Tal vez por haber sido bastante tímida en la infancia desarrollé una gran curiosidad por entender a las personas que me rodeaban. Si tuviese que describir en términos clínicos cómo era por aquel entonces, diría: distímica, apática y abúlica. Encontrar mi vocación me hizo experimentar un cambio radical que se trasladó a todas las áreas de mi vida.
Tras terminar la carrera tenía claro que me quería especializar en la clínica. Traté durante años de enfocarme en el PIR, logrando buenos resultados pero no obteniendo plaza. Sabía que la clínica era mi vocación así que aproveché todo lo que había aprendido esos años para habilitarme a través del máster de psicología general sanitaria, lo cual me permitió empezar a ejercer.

Siempre había tenido curiosidad por el ámbito de las adicciones, tanto a sustancias como conductuales. En particular me resultaba interesante la pregunta de en qué medida las personas son dueñas de su conducta o están condicionadas por sus circunstancias. Siendo así y dado mi historial en el mundillo de internet, mi trabajo de fin de máster se centró en la neurociencia de la adicción a los videojuegos. Posteriormente trabajé en un centro de adicciones unos meses confirmando mi vocación por el mundo de la clínica y en particular por esa especialidad. Creo que la vida en el “mundo de las conductas excesivas” ha sido históricamente malentendida como una enfermedad crónica, cuando sería más apropiado entenderla como una “solución” a una vida de mierda muchas veces vacía de felicidad y proyectos vitales.
Complemento mi conocimiento en conductas adictivas con formación en terapia dialéctica conductual y entrevista motivacional. Tengo formación complementaria sobre trastornos del sueño, dado que si bien de forma específica solo intervengo sobre insomnio, los problemas de sueño son una constante en las personas que acuden a consulta. Últimamente mi vida ha dado algunas vueltas y estoy enfocándome en la atención a personas con diversidad sexual y de género, en particular personas trans. Además de todo el tiempo que paso leyendo artículos sobre el tema y discutiendo en Twitter, realicé hace poco un curso sobre terapia afirmativa.
Con todo lo comentado hasta aquí no sorprenderá que las personas en las que me especializo sean adultos jóvenes que al igual que yo han crecido en la era digital. Un grupo que frecuentemente encuentra barreras que frustran su desarrollo de un proyecto vital.
¿Algo más sobre mí?
Soy una persona empática, hiperactiva y de humor ácido. También una ávida lectora (nerd en el sentido más amplio del término), me encanta tocar la guitarra eléctrica (pese a ser terrible haciéndolo), el deporte y pasear con mi perro Sam.